sábado, 26 de mayo de 2018

Lydia de Rivera








Lydia de Rivera Lugo
Cantante soprano , pianista y  pedagoga.
Nació en 1906 en Cienfuegos.
Falleció en 1990 en New York , E.U.
Realizó sus estudios en el Conservatorio Vázquez de su ciudad natal; posteriormente se trasladó para La Habana, y de aquí a París, donde en su Conservatorio fue discípula de Madame Notté, con la que estudió armonía y piano.
Fue alumna de canto de Blanche Marchessi y Ángel de Trabadelo; se perfeccionó en la interpretación del lied con Durand- Fouquier. en Nueva York , perfeccionó sus estudios de canto y estudió repertorio operístico con Madame Pegée
El 19 de noviembre de 1929 se presentó acompañada por la Orquesta Lamoureux de París, suceso del cual dio cuenta Alejo Carpentier :
"Entre los artistas cubanos que han escapado a la ley de inercia que tanto daño hace a algunas de nuestra celebridades nacionales  ,  impidiéndole situarse en la categoría de valores universales se destaca, con acusado relieve, el nombre de Lydia de Rivera...No trazo estas líneas para movilizar la percusión de “bombos” que suele ponerse en juego entre nosotros, cuando llega el instante de elogiar a un artista de algún talento. La personalidad de Lydia de Rivera puede discutirse con más o menos simpatía o si se quiere, sin la menor simpatía, pero no puede negarse que ciertos éxitos recientes de su carrera de cantante merecen suscitar nuestros comentarios.
Tuvo una extraordinaria acogida en el público y la crítica de París, cuando ofreció, en primera audición, la Danza Negra de Amadeo Roldán y dos melodías inéditas de Reisserova, en los Conciertos Gaillard. La crítica que entonces obtuvo supera, por lo favorable, todos los juicios que podrían emitir un compatriota, necesariamente influido por lo que constituía un triunfo de dos cubanos en una agrupación sinfónica europea.
Este éxito, serio y positivo, indujo a Arnold Meckel, empresario de la de Argentina, a organizar un gran Concierto Lydia de Rivera con programa integrado solamente por canciones españolas e hispanoamericanas, que tuvo lugar en la Salle Gaveau, con el concurso de los compositores Joaquín Nin, Gustavo Durán y Alejandro García Caturla. Crítica inmejorable; público numeroso y entusiasta; tal fue el envidiable balance de esa audición, en que se escucharon por vez primera las lindas Canciones de Ledino de Durán, un Soneto de Turina, una obra de Nin, y los trepidantes y sabrosos poemas afro-cubanos (Marisabel y Juego Santo) de la cultura.
A pesar de su brillantez, este concierto sólo fue un puente que condujo a Lydia de Rivera hacia un éxito aún más concreto y decisivo: su aparición con la Orquesta Lamoureux, bajo la dirección ilustre de Albert Wolff. Esto resultaba una verdadera prueba. El público que concurre a una velada musical, atraído por la personalidad de un solista o la seriedad de un programa, suele mostrarse indulgente. Pero el público de las tres orquestas sinfónicas tradicionales de París - Lamoureux, Colonne y Pasdeloup - , que paga sus entradas para escuchar interpretaciones netas, y confía en que los directores elegirán solistas interesantes, adopta aptitudes implacables cuando se quiere hacerle aceptar manjares mediocres.
Al cantar para ese público, Lydia de Rivera, artista joven, de nombre exótico, se imponía una tarea peligrosa, cuyos resultados todos serían definitivos para su carrera
 Después de un Concierto de Haendel y del Antar de Rimsky (Kórsakov),antes de que vibraran los claros metales de una Sinfonía muy francesa de Paul de Flem, Lydia de Rivera interpretó cuatro canciones de Joaquín Turina, que se escuchaban por primera vez en Lutecia con acompañamiento de orquesta. Erguida ante la imponente falange de instrumentistas, teniendo por fondo las verticales augustas de un gran órgano, la cantante produjo las melodías españolas con garbo, plenitud y aplomo. Siete llamadas a escenas fueron el resultado de su labor. De espaldas al público Albert Wolff unía sus aplausos al de los oyentes.
Sobre las cualidades vocales de Lydia de Rivera en estos dos conciertos, expresó María Muñoz de Quevedo:
“Se oyen con frecuencia sobre el arte de Lydia de Rivera opiniones que se contradicen a sí mismas: unas dicen que no tiene voz (que canta muy bien pero que no tiene voz); otros dicen que no tiene timbre/ que canta admirablemente pero que no tiene timbre); las más opinan que tiene “algo”; y todas, sin excepción, convienen en que con estos “peros” Lydia de Rivera es una gran artista.
Con la compañía de Ernesto Lecuona actuó en el teatro Auditorium, interpretó Lola Cruz y María la O de Lecuona. En el teatro Martí, con la misma Compañía, cantó La duquesa del Bal Tabarín, de Leo Fall.
En 1940 fundó su propia compañía, que contó con el director de orquesta Manuel Peiro, con la que debutó en el teatro Principal de la Comedia el 5 de enero de 1940, en el que se escucharon El conde de Luxemburgo y La viuda alegre (con el cantante mexicano Jorge Negrete), de Franz Lehar, y El crimen del set, de Rafael Barros.
Lydia de Rivera, entre 1945 y 1956, de dedicó a la docencia, organizó coros a los cuales les enseñaba técnica vocal e interpretación del Folklore.



El  Conjunto Vocal  de : Lydia de Rivera  : Osiris , Chela , Julita , Nelia Salas , Xonia , Teresita , Magdalena y Macuqui fuerón sus integrantes originales según Bobby Collazo.
Pero en la foto hay 3 voces femeninas y 3 masculinas.

En 1960 se radicó en Estados Unidos.



Fuente : 

Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba: Editorial Letras Cubanas de Radamés Giro . Tomo 4. La Habana 2009

"La última noche que pase contigo", 40 años de farándula cubana, Bobby Collazo, Editorial Cubanacán, Puerto Rico 1987



No hay comentarios.:

Publicar un comentario